miércoles, 1 de octubre de 2014

NOVELA

EL DON

CAPÍTULO 10

CAMBIO DE PLANES

Ricardo se despertó, le dolía mucho la cabeza. Al abrir los ojos se sorprendió, estaba en una especie de celda. De repente alguien abrió la puerta, era un hombre con la cara tapada:

- Buenos días amigo, veo que ya se ha despertado.

48 horas antes 

Marta fue a la cocina, abrió un cajón y cogió el cuchillo más grande, regresó con el cuchillo escondido en la espalda y se fue a la habitación de Ricardo que estaba sentado en una silla escribiendo el mensaje. Se dispusó a clavarle el cuchillo por la espalda, levantó la mano derecha y empuño el cuchillo dispuesta a acabar con la vida de Ricardo...

De repente todo el suelo tembló y Marta cayó al suelo, el cuchillo fue a parar a debajo de la cama, Ricardo también se cayó de la silla. Todo se movió durante más de un minuto, aunqué para Ricardo y Marta pareció una eternidad. De pronto todo se detuvo:

-¿Marta estás bien?

-Creo que si, ¿qué ha pasado?

- Debe haber sido un terremoto.

-Pues joder que oportuno. ¿Tienes un ángel de la guarda o algo así?

-Que yo sepa no. ¿Por qué?

- Nada, no me hagas caso debe ser el golpe que me dí en la cabeza al caerme.

Los dos se levantaron  y fueron a ver la televisión, a la media hora informó del terremoto:

- Pues si fue un terremoto, bueno Marta si quieres puedes irte a casa ya te avisaré cuando Mónica me conteste al mensaje.

- Vale.

Marta se fue a su piso y se tumbó en la cama de su habitación y empezó a pensar:

-"Dios casi lo mato, si no es por el terromoto. Tiene que haber otra forma de solucionar esto y que Ricardo no haga tratos con Mónica. ¡Ya lo tengo! No hace falta matarlo solo quitarlo de en medio hasta que el ejercito rescate a los rehénes. Aunque salga mal y mueran es preferible a la idea loca de Ricardo y el hombre del coche ya me lo advirtió. Ricardo no debe hacer tratos con esos seres de la oscuridad. Voy a cambiar de estrategia."

Al día siguiente Ricardo llamó a Marta y le dijo que había quedado con Mónica a las doce de la noche en la Alameda. A Marta aún le duraba el susto del hombre que se metió en el coche la otra vez y está vez no quiso quedarse sola:

-Está vez voy contigo.

- Mónica dijo que fuera solo.

-Me dá  igual no me fio de ella y tu tampoco deberías.

- Vale, pero te advirtió que no le va a gustar. ¿Vamos al cine para pasar el rato mientras no es la hora?

- Tengo cosas que hacer, nos vemos a las once menos cuarto en tu piso.

-Vale.

Marta se fue del piso de Ricardo y fue a un edificio cerca de la Plaza Roja. Llamó al sexto, le abrieron y subió en ascensor. Llamó a la puerta, le abrió un hombre de traje y corbata de unos 40 años con gafas de sol. Fueron al salón y se sentaron en el sofá. El hombre cogió un cigarro de un paquete de la mesa:

-¿Quiere uno señorita?

-No, no fumo. Gracias.

-¿Una copa?

-Tampoco bebo.

-Bueno no me dirá ahora que tampoco se lo monta, porque con ese cuerpo que Dios le ha dado.

Marta se levantó:

- Oiga espere no se enfade, es una broma, ¿no tiene sentido del humor?

-No cuándo trato asuntos serios y este lo es.

-Lo siento perdone en este trabajo hace falta el sentido del humor.

-Pues otro chiste y me largo. Está claro pervertido de mierda.

Marta volvió a sentarse:

-Mida sus palabras, no juegue con fuego. Mejor será ir al grano. ¿Trajo el dinero?

Marta dejó una foto y un sobre en la mesa. El hombre miró la foto y  lo guardó todo en su chaqueta:

- No lo voy a contar ya he visto que es usted una persona seria.

- Si lo soy. ¿ Ha entendido lo que tiene que hacer?

- Si este hombre de la foto saldrá hoy entre las 23 y las 0:00 horas de hoy a una cita. Tenemos que impedir que llegué y secuestrarle y mantenerle retenido hasta que usted dé la orden de que lo liberemos.

- Si y además de eso que no le pase nada.

-¿Y cuánto tiempo tenemos que cuidar de él?

- No lo sé exactamente. ¿Por qué hay algún problema?

- Sí por cada quince días que lo cuidemos son 200 euros más.

- Ya le he dado quinientos y cuando hablamos por teléfono no me dijó nada de esto.

- Lo toma o lo deja. Cuando se trata de dinero pierdo el sentido del humor.

-Está bien. Me voy ya sabe lo que tiene que hacer, espero que no falle el destino del mundo está en sus manos.

-Que exagerada y dice que no tiene sentido del humor.

-Lo que he dicho no es una broma.

Marta se levantó y se fue. Antes se acordó de algo:

-Una última cosa, yo estaré con  él cuando lo secuestren para que no sospeche de mí, así que encargase de que parezca que yo no tengo nada que ver y no se preocupe si tengo que sufrir algún daño para que él no sospeche.

- No se preocupe señorita, haremos un buen trabajo.

Diez y cuarenta y cinco de la noche, Marta fue al piso de Ricardo:

- Gracias por venir.

- De nada, ¿vamos en tu coche o en el mío?

- El mío, pero espera voy a la habitación a coger una chaqueta, hace frío.

Ricardo volvió con un cuchillo en la mano:

-¿Qué haces? Me estás asustando.

-Al coger la chaqueta se me  cayeron las llaves del piso y al recogerlas lo vi debajo de la cama. ¿Alguna idea de cómo llegó hasta ahí?

- Pues ninguna.

-Ya sabes que no creo en estas cosas, pero creo que es una señal y que tengo que llevarlo conmigo.

Lo guardó en la chaqueta.

-¿Vas a ir por hay con un cuchillo?

- Si tengo el presentimiento de que me hará falta.

-Tu presentimientos, si no crees en nada.

- A lo mejor es hora de que empiece. Dime, ¿qué hacia ahí el cuchillo? Está claro es una señal de que tengo que estar protegido.

-Eso no te va a valer de nada contra los vampiros.

-A veces los humanos son los seres más peligrosos. Vamonos.

Salieron, cogieron el ascensor hasta el parking de Área Central. Fueron hasta el coche, cuando Ricardo se disponía a abrir la puerta aparecieron dos hombres con la cara tapada y con una pistola cada uno:

-Quieto amigo o usted y su novia no lo cuentan.

-Tranquilo, ¿quiere dinero?

- No, a usted, suba a esa furgoneta blanca.

Ricardo miró a Marta y esta vió que Ricardo intentaba sacar el cuchillo.

-¡He dicho que suba!

El otro hombre disparó a Marta en un hombro. Marta cayó al suelo sin moverse. Ricardo al ver que iban en serio decidió guardar el cuchillo para una mejor ocasión:

-Ahora sube o el próximo tiro es para usted.

Ricardo subió, le pusieron un pañuelo con cloroformo en la boca. Antes de perder el conocimiento no podía olvidar lo último que había visto, a Marta en el suelo en un charco de sangre.

En el día de hoy 

Ricardo se despertó, le dolia mucho la cabeza. Al abrir los ojos se sorprendió, estaba en una especie de celda. De repente alguien abrió la puerta, era un hombre con la cara tapada:

- Buenos días amigo, veo que ya se ha despertado.

-Hijos de... ¿Cómo está Marta? Si la habeís matado os juro que...

-Calle y portese bien y pronto será libre. Dentro de una hora le traeremos la comida.

El hombre se fue. Ricardo miró en su chaqueta y vió que aún tenía el cuchillo. Pensó:

-"Ya sabía yo que me haría falta, con esto saldré de aquí y si han matado a Marta, averigüare quienes son y los mataré."

-¿Ha muerto Marta?

-¿Conseguirá Ricardo escapar de sus secuestradores?

-¿Qué hará Mónica al ver que Ricardo no ha acudido a la cita?


 


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